jueves, 26 de marzo de 2009

Alain Resnais: Noche y Niebla (1955)


Cuando lo vi por primera vez, pensé que era una de las cosas mas desgarradoras que había visto en mi vida. Bueno, probablemente lo siga siendo, pero hay que tener en cuenta que en 1955, había pocas fuentes claras sobre el holocausto nazi. A mas de 50 años de haber sido producida esta obra, creo que la cantidad de archivo y testimonios que han salido a la luz desde entonces podrían hacer ver a este trabajo como una versión light de lo que muestra el director.
Son muchos los factores que hacen de este documental una obra tanto abrumadora como atractiva.
Resnais antes que nada, hace un distanciamiento entre espectador y las víctimas. No existe ninguna persona ni personaje con la que el espectador se pueda identificar, sólo con la voz de Michel Bouquet que recita unas frases escritas por Jean Cayrol, superviviente de un campo de concentración. Mientras se construían los diferentes campos de concentración, escribe Jean Cayrol: "Mientras tanto, Berger, obrero alemán; Stern, estudiante judío de Ámsterdam; Schmursky, comerciante de Cracovia; Annette, estudiante secundaria de Bordeaux, transcurren su vida normalmente, sin saber que, a mil kilómetros de su lugar de residencia, ya tienen un lugar asignado." Una forma aterradora de describir lo que estaba por suceder... Todo ese modo neutro de contar los acontecimientos, consigue una atmósfera agobiante que culmina con las imágenes de cadáveres amontonados en fosas comunes, montañas de cabellos de mujer, prisioneros enredados entre rejas y cables electrificados, etc. Como espectador tenemos las sensación de no poder escapar, Resnais prácticamente nos obliga a ser parte de todas esas experiencias.




El documental, filmado en Auschwitz, combina material en color con imágenes de noticieros en blanco y negro y fotografías fijas; Noche y Niebla compara imágenes de los silenciosos edificios abandonados en los campos con material de la época de la guerra, para contar la historia no sólo del Holocausto sino de la brutalidad a la que la humanidad puede llegar. Resnais filma en los campos abandonados y hace una de las primeras reflexiones cinematográficas acerca de esos horrores, cuestionando la naturaleza cíclica de la violencia humana.

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